Veinticinco + Dieciocho
- María Fernanda Martínez Valdepeña
- 9 ago 2023
- 1 Min. de lectura
Anónimo.
Fue una noche fría del año 2015 cuando nos encontramos en un café cerca del periférico y cerca de mi departamento.
Entré, pedí un latte caliente con leche de almendras y me dirigí a la mesa donde estabas sentado esperándome.
Nos dimos un beso en la mejilla y conversamos sobre nuestra semana. Tenías 25 y yo 18 años, no teníamos tantas cosas en común pero existía una química entre nosotros difícil de explicar.
Me llevaste en aquel VW Jetta color negro a recorrer el sur de la ciudad y de vez en cuando ponías tu mano sobre mi pierna.
Después de un recorrido de una hora y media volvíamos al punto de salida. Fue ahí donde me preguntaste si quería ir a conocer tu nuevo departamento y yo, con 18 años acepté.
Llegamos, todo estaba vacío, no había ningún mueble. Me miraste a los ojos, me tomaste por las caderas y me dijiste que morías por besarme, que llevabas toda la noche esperando tocar mis labios.
-Bésame- te respondí.
Me subiste a la barra de la cocina y yo te besé como nunca antes había besado a alguien. Nos besamos por una media hora probablemente y yo, de 18 años y con la respiración agitada, me bajé de la barra y te dije:
- Llévame a mi casa ahora-.
No dijiste nada, tomaste las llaves del Jetta y salimos del departamento. 20 minutos después estaba en la puerta de mi departamento.
Tenías 25 y yo 18.
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