Siempre juntas

Por: María Martínez

Dos años después, ahí estábamos las tres. En un bar, sentadas, tomando tequila y mezcal; hablando de la vida.

-Quiero agradecerles por haber llegado a mi vida- dijo una.- Nos conocimos hace dos años, las tres estábamos destrozadas, sin rumbo y véannos ahora, somos otras-.

Y era real, éramos otras. Habíamos crecido muchísimo en esos dos años. Ahora estábamos ahí, riéndonos de aquello que un día nos había lastimado.

-Quiero hacer un brindis-digo mientras levanto mi caballito con tequila.- Quino brindar por nosotras, por nuestro crecimiento, por lo bueno, lo malo, lo que viene, y que cada una siga creciendo-digo.

-¡Salud!- se escucha al unisono.

En ese momento me di cuenta de la gran amistad que se había formado entre tres mujeres gracias a tres pendejos que nos habían roto el corazón. En ese momento me percaté que habíamos crecido mucho. Tanto, que cada una había tomado rumbos distintos para crecer aún más.

Habíamos estado en los mejores y peores momentos a lo largo de dos años.

Habíamos estado en noches en vela, cuando una no podía dormir solo atravesábamos el pasillo y ahí estábamos, listas para escuchar, abrazar y ayudar.

Cerrábamos un ciclo, pero abríamos otro.

- Siempre juntas- dice una.

-Siempre- respondo.

Ahí me di cuenta que estaba viviendo una de las amistades más sinceras que había tenido, y que muchas veces, por más lejos que estuviéramos de nuestras amigas, el apoyo lo podías sentir.

Siempre juntas.