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Noche entre nubes - parte uno

  • Foto del escritor: María Fernanda Martínez Valdepeña
    María Fernanda Martínez Valdepeña
  • 25 sept 2024
  • 3 Min. de lectura

Por: María Martínez


LA NOCHE PREVIA A LA BODA


Viernes 9 de mayo.


El clima en la ciudad era algo caluroso y el tráfico para llegar al aeropuerto solo provocaban que se sintiera aún más la llegada del verano.


Después de casi una hora y media de camino llegué. Me bajé del taxi, tomé dos maletas, una mochila y mi bolsa. Me dirigí a la ventanilla para poder documentar todo.


El fin de semana en Texas estaba por iniciar, solo hacían falta un par de horas para estar allá con mi mejor amigo. Estaba emocionada y nerviosa, volar siempre me pone los pelos de punta y este vuelo iba a durar casi tres horas.


Mi celular comienzó a vibrar lo cual hizo que volviera a mi realidad.


-¿Diga?-, contesté.


-Marina, qué gusto escucharte, necesito que como mi mejor amiga me hagas un favor-, dijo Brandon del otro lado de la línea. Mi mejor amigo, el novio que estaba a horas de casarse en Dallas, Texas.


-Un "hola, Marina, espero que todo vaya bien", no estaría mal-, contesté.



-Perdón, perdón pero tengo muchos pendientes aún antes de pasar a recogerlos al aeropuerto y Moisés está de un humor que ni el se aguanta-, respondió con mucho cansancio.


-¿Antes de recogernos?- dije en tono de burla.- ¿Acaso va gente conocida en el vuelo?-, le cuestioné.


-Marina, para eso te llamo. Un amigo mío se unió de último minuto. Creo que puede caerte bien, es muy chistoso y es igual de extrovertido que tu. Anda, te paso por WhatsApp una foto de él y su número para que le contactes. Les invito unas cervezas, ahora mismo te hago un transfer-, dijo todo eso tan rápido que apenas tuve tiempo de procesar toda la información.


-Oye pero yo no tengo ganas de convivir....- estaba diciendo cuando Brandon cortó la llamada.


Segundos después mi celular volvió a comenzar a vibrar.


"Aquí la foto de Horacio."

"No seas mala y búscalo. Si no el te buscará, también le mandé una foto tuya, anyway".

"Te hice un transfer de $500 a tu cuenta, vayan a cenar algo".


"$500 no alcanzan para nada en el aeropuerto", respondí.


"Dile a Horacio que el ponga lo demás, yo le pago mañana o pasado o nunca".


Comencé a reírme sola por ese último mensaje. ¡Increíble!


Bloqueé el celular y lo metí de nuevo a mi bolsa. La fila era larga, muy larga así que volví a sacar mi dispositivo para ver nuevamente la foto de ese tal Horacio y buscarlo.


Abrí mi conversación con Brandon y di zoom a la imagen que me había mandado. Era lindo, atractivo. Bueno, habría que verlo en persona también.


-¿Tu eres Marina?-, escuche detrás de mí, di un brinco del susto y volteé.


Me sentía del tamaño de una hormiga. Era un sujeto altísimo, le llegaba apenas al pecho


-Oye, no quería asustarte pero te reconocí muy rápido. Brandon tenía razón, eres fácil de encontrar- dijo el muy cabrón.


Ni siquiera me molesté en volver a mirarle. No tenía humor para bromas, había tenía un día pesado en el trabajo y en general, había sido una semana durísima. Así que solo respondí:


-Hola, debes de ser Horacio. ¿Te parece si nos vemos dentro de la sala?- respondí cortante.


-Oquéi... te veo adentro-, dijo. Parecía que le había cortado toda la inspiración, qué mala.


La fila era larga para documentar. Horacio estaba atrás de mi y podía sentir como en ocasiones me miraba y me sonreía. Tal vez había sido muy grosera y cortante...


-¿A dónde viaja?-, me interrumpió una voz de mis pensamientos intrusivos.

-¿Perdón?, dije.

-¿A dónde viaja señorita?-, repitió.

-Claro, voy a Dallas en el vuelo de las 10 de la noche-.

-¿Me permite su pasaporte y visa?-.

Entregué mis documentos, pesaron la maleta y mi pase de abordar fue entregado.


Caminé hacia seguridad y pude notar que Horacio había desaparecido entre la multitud que se encontraba ése viernes en el aeropuerto. Sentí un alivio, lo último que quería era convivir, estaba cansada.


Pasé el filtro de seguridad, guardé todo en mi mochila y caminé hacia las escaleras para dirigirme a un bar, tomarme una cerveza y esperar a que llegara la hora de embarque.


-¡Marina!-, escuché cerca de mi.


No puede ser.


-Horacio...-, dije sin un gramo de entusiamos.


-Te estaba esperando, qué gusto saber que vamos en el mismo vuelo. ¡Qué filón para documentar!, ¿no?


No tenía alternativa, al parecer la idea de irme a un bar sola no iba a ser opción esta noche. Ni modo, por Brandon.


-¿Te parece bien ir por un café? Aún faltan unas dos horas para embarcar. ¿Starbucks está bien?-, dijo Horacio.


-Horacio, no tengo ganas de tomar café. Tuve una semana super heavy en el trabajo y lo único que quiero es sentarme y tomarme una cerveza-, contesté un poco menos grosera y cortante.


-¿Cerveza en el aeropuerto?-, dijo.- ¡Nunca lo había hecho, vamos a tomarnos algunas!-.


Mierda.







 
 
 

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