El Último Adiós
- María Fernanda Martínez Valdepeña
- 15 ene 2024
- 2 Min. de lectura
Por: María Martínez.
El estaba ahí, frente a mi. Lo único que se podía escuchar esa noche eran nuestras respiraciones que poco a poco eran más intensas.
-Marina, ¿te vas a ir de mi vida?-, preguntó el como sabía hacerlo. Con esa voz que te mueres y que te pone a sus pies.
-Sí-, apenas pude decir.
-Sabía que este momento llegaría algún día; pero creo que fue demasiado pronto, cariño-, se acercó aún más a mi, me tomó por la cintura y me besó la frente.
-¿Pronto?-,reí.- Desde que dejamos claro el tipo de relación que íbamos a tener, ambos éramos conscientes de que dejábamos las puertas abiertas a conocer nuevas personas-, me acerqué a sus labios, estaba coquetenado. Era nuestra despedida.
-No quiero dejarte ir, Marina. No te vayas de mi vida, por favor. ¿Qué quieres? Dime qué quieres y eso te daré-, se alejó de mi mientras que con sus manos tomaba su cabeza como sinónimo de desesperación.
No dije nada. Solamente podía observarlo caminar de un lado a otro.
-Por favor, no te vayas de mi vida, Marina-, se acercó de nuevo a mi y me acercó a su pecho. Él era casi 15 centímetros más alto que yo así que escuchar latir su corazón era fácil para mi.
Seguía sin poder hablar.
-Guarda todo lo que tengas aquí, llévatelo. No quiero tener nada tuyo aquí-, me ordenó. Estaba enojado.
Por fin pude moverme, tomé mi bolsa y empecé a guardar las pocas cosas que tenía ahí. Un cepillo de dientes, dos blusas, un short y una foto de nosotros que yo le había regalado el día de San Valentín.
-La foto no-, gritó y yo la solté.- La foto no te la lleves, Marina-.
Hubo un silencio que inundó la habitación.
-Llévame a mi casa, Ramsés. Llévame ya a mi casa-, dije.
No dijo nada. Caminó hacia ese pequeño buró al lado de su cama, tomó las llaves de aquella Toyota Hilux color blanco y salió de la habitación.
Minutos más tarde estaba ahí, frente a mi departamento. Aún dentro de la camioneta.
-Marina-, me tomó de la mano- No te voy a volver a buscar nunca. Mereces ser feliz, mereces estar con alguien que te dé todo eso que mereces, mereces explotar de amor (como tu me decías que querías) y siempre supimos que esto que teníamos era temporal-, pude notar como las lágrimas resbalaban poco a poco por sus mejillas.
-...eres la mujer más increíble con la que he estado, tienes un corazón enorme y yo, lo único que puedo desearte es que seas feliz-, para ese momento, yo también me encontraba llorando.
-Adiós, Ramsés. Gracias por todo, por cuidarme, por todas las veces que fuiste por mi al aeropuerto, por ayudarme cuando choqué, por llevarme a cenar, por llevarme a lugares inexplicables. Te llevo en mi corazón y yo tampoco te volveré a buscar nunca. Nuestro ciclo terminó-, me acerqué a el y le di un beso en la frente tan profundo que en ocasiones aún lo recuerdo y lo siento.
Abrí la puerta de la Hilux blanca, tomé mis cosas y antes de cerrar la puerta dijimos:
-Te quiero y mucho-, dije.
-Marina, te amo-, dijo el.
Cerré la puerta e inmadiatamente el arrancó.
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